viernes, 1 de noviembre de 2013

La importancia de las formas

Otra novela que tenía en mis listas desde hace tiempo y que he leído ahora: El rector de Justin, de Louis Auchincloss. Es una biografía de un personaje ficticio: el clérigo episcopaliano Francis Prescott, fundador y durante muchos años director de un selectísimo internado masculino  norteamericano, San Justin Martyr. Es magnífica la forma en que se despliega la vida de Prescott: primero, a través del diario de Brian Aspinwall, un novato profesor de Justin que se gana la confianza de Prescott y de su esposa; luego, cuando un viejo amigo de Prescott, Horace Havistock, le hace llegar a Brian unos folios que había escrito él hacía tiempo; después, alternándose con el diario de Brian, los testimonios de algunos exalumnos y de una hija de Prescott. El retrato del personaje queda completo —tanto su excepcionalidad humana como las debilidades que se ocultaban bajo su enorme autoridad moral ante muchos— y, con él, van apareciendo en el libro consideraciones variadas de interés.

Así, pinceladas como esta, que da un antiguo alumno sobre su madre: «Amaba a la humanidad, pero miraba con una benevolencia nebulosa, algo hastiada, a sus ejemplares concretos, incluso cuando ese ejemplar resultaba ser su hijo mayor. Papá era rígido e irritante, pero al menos se preocupaba». O, en relación a la educación, este diálogo entre Prescott y Brian cuando, ya jubilado Prescott, pasean por el colegio, ven entrar caóticamente a los chicos en el comedor, y Brian comenta:

«—Supongo que, pese a todo, se las arreglan para entrar en el comedor —dije, algo perplejo.
—Claro que entran, pero ¿acaso las formas no significan nada para ti? Cuando hayas sido profesor tanto tiempo como yo, sabrás que las formas son las tres cuartas partes de la batalla. —Desclavó su bastón—. ¡No! ¡Nueve décimas partes!
—Me sorprende escuchar eso de alguien tan preocupado por lo esencial.
—Oh, ya lo sé, piensas que soy un viejo quisquilloso —farfulló, enfadado, mientras seguía caminando—. Pero eso es sólo porque resulta que soy viejo. Si fuera veinte años más joven y dijera lo mismo, la gente diría que soy profundo. Ésa es la maldición de ser viejo».

Louis Auchincloss. El rector de Justin (The rector of Justin, 1964). Barcelona: Libros del Asteroide, 2010; 388 pp.; trad. de Ignacio Peyró; ISBN: 978-84-92663-25-5.