Después de A favor y en contra, añado un comentario más a los libros de Geronimo y Tea Stilton después de haber leído últimamente dos libros de la serie: La llamada de la selva y El secreto del valor. El primero es una recreación infantil y ratonil de la historia de Jack London (que, si levantara la cabeza y lo viera, se volvería a su tumba y nadie tendría ya la más mínima duda sobre si su muerte fue o no un suicidio). El segundo es un relato donde Geronimo recibe un mensaje por el cual debe inmediatamente ir al castillo de la familia Tenebrax y vencer todos sus miedos.
Del primer relato, poco que decir, salvo que a mí no me gusta nada un texto con perlas como esta: Buck «se concentró, recurrió a todas sus energías y… ¡ÑACA! Le mordió con fiereza la mano al desconocido». Al niño que le guste algo así yo no le impediría su lectura, claro está, pero (si me correspondiera e insistentemente me pidieran una opinión) sí le diría cosas a quien se lo compra o se lo da. Entre las positivas, que los relatos del pasado nos ayudan a conocer los enfoques de otra gente, a la que comprendemos no tanto cuando los leemos en relatos escritos ahora como cuando los dejamos explicarse a ellos mismos con sus propias palabras.
El segundo libro yo lo recomendaría a los adultos para que vean por qué los libros de Stilton son tan eficaces: están bien hechos, tienen ilustraciones simpáticas, son multitud las bromas tipográficas, el relato se cuenta con planos de los lugares, hay juegos de descubrimientos de figuras ocultas en algunas ilustraciones a doble página, tiene golpes de humor magníficos (la cucaracha Kafka o el extraordinario álbum fotográfico de la familia Tenebrax con, entre otros, un animal ecológico y tan útil como Bazofio, que devora y digiere todo tipo de residuos), etc.
Además, un libro como este tiene interés para muchos lectores por los apéndices, llamémosles interactivos (como páginas en blanco encabezadas, por ejemplo, con un «¡Dibuja las cosas que te asustan!», o «¿Tienes pesadillas? Cuéntame una… ¡así te dará menos miedo!», etc.); y por los muchos, muchos consejos de «psicoliteratura» que se resaltan adecuadamente según avanza la historia («enfréntate a lo que te da miedo y verás cómo tu confianza aumenta»; «¡con un amigo cerca… es fácil recorrer el camino!», etc.); incluso, al final, hay una colección de «¡Frases valerosas!».
Entre las recomendaciones de todo tipo para vencer el miedo a la oscuridad o al dentista, para superar la timidez o el pánico a volar, el temor a los insectos o a ir al hospital, etc., las más asombrosas son las que se dan para frenar en seco a los abusones: «Intenta decirle con tranquilidad y buenas maneras que podríais convertiros en amigos en lugar de ser enemigos»; «¡si te muestras decidido, verás cómo se va!»; «¡míralo fijamente a los ojos!»; «¡si alguien te agrede, no respondas a la violencia con más violencia!»; «el mejor modo de resolver los problemas es hablar de ellos tranquilamente»…
En fin, cuando encuentro libros infantiles que dicen cosas como estas reconozco que simpatizo muchísimo con los niños que de ninguna manera quieren leer y con los que, por lo bajo, se ríen de los adultos que les insisten en lo mucho que aprenderán y disfrutarán con la lectura.
Geronimo Stilton. La llamada de la selva (Il richiamo della foresta, 2012). Barcelona: Destino Infantil y Juvenil, 2012; 224 pp.; col. Grandes Historias Stilton; trad. de Miguel García; ISBN: 978-8408007470.
Geronimo Stilton. El secreto del valor (Il Segreto del Coraggio, 2004). Barcelona: Destino Infantil y Juvenil, 2012; 392 pp.; col. Libros especiales Stilton; trad. de Manel Martí; ISBN: 978-84-08-11138-2.