El mismo amigo que me recomendó Silencio me animó a leer La larga soledad, la autobiografía de la norteamericana Dorothy Day (1897-1980), un personaje completamente desconocido para mí. Es un libro dividido en tres partes —«Búsqueda», «Felicidad natural», «El amor es la medida»— que se corresponden con su vida hasta los 25 años —infancia, juventud, trabajo como periodista y como activista socialista-marxista—; cinco años en los que se plantea su conversión al catolicismo, tiene una hija, y se separa de su marido, que ni quería tener la niña ni entendía su religiosidad; y los años posteriores a su encuentro con Peter Maurin, con quien fundó, en 1933, el Movimiento del Trabajador Católico.
Aunque la escritora señala que no intenta tanto escribir su autobiografía como hablar de las cosas que, a lo largo de su vida, la llevaron a Dios, lo cierto es que resulta más que singular su vida como reportera en periódicos combativos, igual que su itinerario intelectual —de autores como Upton Sinclair y Jack London, a otros como «Dostoievski y Huysmans (¡qué hombres tan diferentes!)»…—, así como el panorama de muchas personas que dedicaron sus vidas a luchar en favor de los más desfavorecidos y su participación en huelgas de hambre y manifestaciones —lo que le valió varias detenciones y encarcelamientos, alguna, dice, «víctima de la histeria roja de la época, pero víctima también de mi propia imprudencia»—...
Como corresponde a un personaje que rompe cualquier molde, son muchas las situaciones y anécdotas curiosas. Por ejemplo, que llegase a leer a santa Teresa gracias a… William James. O el que, cuando dio a luz a su hija, la chica católica «que estaba en la cama contigua a la mía en el hospital me dio una medalla de Santa Teresa de Lisieux.
—Yo no creo en esas cosas —le dije, demostrando una vez más que a veces las personas dicen lo que no piensan.
—Si amas a alguien, te gusta tener a mano algo que te lo recuerde —me contestó.
Era una verdad tan evidente que me sentí avergonzada».
Dorothy Day. La larga soledad: autobiografía (The Long Loneliness, 1952). Santander: Sal Terrae, 2000; 301 pp.; col. Servidores y testigos; trad. de Ramón Ibero Iglesias; ISBN: 84-293-1359-1.