Dentro de los relatos de la primera época de Dostoievski, tal vez sea La patrona el de un apasionamiento más exagerado y lejano a la mayoría de los lectores pero que cualquier interesado en el autor ruso debe conocer porque anticipa cuestiones que tratará mejor en obras posteriores. Por contraste, Noches blancas, el último relato que publicó antes de su deportación a Siberia, sí puede gustar a cualquier lector porque tiene una estructura cuidada y porque dibuja bien un tipo de personaje siempre actual. Los dos tienen en común que sus protagonistas viven bastante fuera de la realidad.
En La patrona un tal Órdinov se enamora de una mujer extraña y, por esa razón, se cambia de pensión. Pero la mujer resulta estar unida de forma misteriosa con un tipo mayor llamado Murin, también raro y epiléptico como el protagonista. En este relato, que Dostoievski no consideraba bueno, aborda problemas psicológicos nuevos como la expiación de un pecado imaginario y la fuerza de la sugestión pero, sobre todo, trata el tema de la libertad humana, que deseaba presentar como destruida por el despotismo y las condiciones de vida de la sociedad rusa. Hay que decir que su ambiente resulta irreal, de un romanticismo gótico exacerbado que tiene deudas del folclore. Es también es la primera vez en la que aparecen personajes epilépticos (que luego veremos en Humillados y Ofendidos, El Idiota, Los Demonios, Los Hermanos Karamázov).
El protagonista y narrador de Noches blancas —el relato mejor construido de todos los que Dostoievski firmó estos años—, es un hombre de 26 años, sin nombre, que vive solo en San Petersburgo, recreándose en sus sueños e imaginando que las casas son sus amigos. Un día ve que a una chica pueden asaltarla y lo impide; a partir de ahí entabla relación con ella: se enamora pero ella le advierte que prometió esperar a otro pretendiente que le aseguró que regresaría dentro de un plazo a punto de cumplirse. El subtítulo de «Novela sentimental (Recuerdos de un soñador)», da idea del tema fundamental: presentar un personaje arquetipo del que vive siempre en un mundo imaginario pero, esta vez, de una forma más bien amable, que se aparta de los tonos tragicómicos y satíricos de relatos anteriores.
Fiódor Dostoievski. La patrona (Xoзяйкa, 1847), en Novelas y relatos (1846-1849), trad. de Lidia Kúper de Velasco, en Obras completas I. Barcelona: Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores, 2009; 1197 pp.; trad. de Lidia Kúper y Luis Abollado; edición y prólogo de Ricardo San Vicente; ensayo introductorio de Augusto Vidal; ISBN: 978-84-8109-798-6 y 978-84-672-3449-7.
Fiódor Dostoievski. Noches blancas (Белые ночи, 1848), en Noches blancas, El pequeño héroe, Un episodio vergonzoso. Madrid: Alianza, 1988; 176 pp.; col. El Libro de Bolsillo; trad. de Juan López-Morillas; ISBN: 84-206-1883-7.